Si una cosa nos ha enseñado la pandemia de la COVID 19 es lo volubles y lo frágiles que somos: colas en los supermercados y carencia de alimentos y bebidas fueron los primeros efectos del confinamiento. Depresión, estado de ánimo bajo y problemas físicos por no poder salir al exterior.
Es obvio que un huerto en casa no nos sostendrá alimentariamente hablando, o lo necesitaríamos muy grande y nos traería mucho trabajo y tiempo. Pero sea en el balcón, en el jardín o bien en un espacio exterior soleado que no utilicemos podemos crear un huerto urbano o un huerto rural sostenible, si vivimos en un pueblo.
Practicar la agricultura doméstica nos dará una gran cantidad de beneficios:
- Aumenta nuestra capacidad hacia la sostenibilidad, hará que nos demos cuenta nosotros y nuestro entorno (hijos, hermanos, etc) que es necesario llevar una vida más sostenible a nivel de ahorro energético y de consumo.
- Potenciará nuestra capacidad de entender la naturaleza y sus procesos, las estaciones, los alimentos de temporada y que hacer crecer nuestros propios alimentos es largo y dificultoso.
- Mucho se ha hablado que la agricultura doméstica es desestresante y relajante. ¡Vayamos a aprovecharlo!
- Como herramienta de educación medioambiental para los niños de nuestro entorno, vecinos o amigos.
- Nos permite consumir algunos alimentos justo salir de la planta, con el 100% de sus propiedades organolépticas (sabor, olor, textura).
- Alimentos sin tratar químicamente, sin productos químicos.
- Seguro que también nos ayudará a valorar mucho más la figura del agricultor como productor de alimentos.
Debemos ser cada día más sostenibles, más conscientes que no hay planeta B.
¡Felices vacaciones a todo el mundo!
Fotografía: Jordi Sarola (el Huerto de Marta, Usall, Girona)