Un clásico de la cocina y de las dietas, la judía verde es una leguminosa que consumimos como verdura, antes de finalizar el proceso de maduración.

Es un alimento poco calórico, que aporta mucha agua y fibra. Al no tener la semilla formada tiene poca proteína. Pero tiene antioxidantes como los betacarotenos, vitaminas tan importantes como el ácido fólico (B9) o la vitamina C; y minerales como el calcio, el magnesio o el cromo.

Si las compráis que sean consistentes, de color vivo y brillante, sin decoloraciones, que no se vean las semillas (o que no se marquen). Para certificar que es fresca coge una vaina y la doblas, si se rompe al momento quiere decir que es ¡fresquísima!

Desgraciadamente, es una hortaliza sometida a precios estratosféricos y que suele venir de fuera, de países como Marruecos y otros del Norte de África. Pero en temporada la podemos encontrar de proximidad: redondas, planas, verdes, moradas o amarillas, de mata alta o baja. Aunque las más comunes son las verdes planas y redondas, hay más de cien variedades.

Fotografía: Jordi Sarola, Mercado de la Boquería (Barcelona).